lunes, 16 de febrero de 2009

La Web semántica

Este asunto nos afecta a todos porque el futuro de las comunicaciones vía Internet parece que va por aquí, yo he tenido acceso al tema gracias a mi sobrina Cristina que ha intentado explicármelo sin mucho éxito, no por su culpa desde luego, sino por mi falta de formación en informática, con todo, me ha dejado el gusanillo de la curiosidad por el tema y, cuando tengo la oportunidad, procuro seguir intentando enterarme. Esta presentación me ha parecido interesante para empezar a saber de qué va.

viernes, 13 de febrero de 2009

El Museo del Prado


Esta entrada se la dedico a mi madre, apasionada del arte en general y de la pintura en particular. Una maravilla de página para disfrutar del contenido del Museo del Prado y que ahora nos permite analizar 15 obras maestras con una resolución sin precedentes para ver detalles minúsculos de 14 cuadros y una escultura. Si quieres ver las obras en alta resolución hay que pinchar varias veces sobre ellos. Pincha sobre la imagen para entrar

100 Herramientas para sacarle partido a la Web

Me ha parecido soberbia esta recopilación que hace Jane Hart de las herramientas de la web para sacarle partido, sean cuales sean nuestros intereses. Aquí la inserto.

jueves, 12 de febrero de 2009

Hoy quiero hablarte de la amistad


Ayer una amiga me sugirió que te hablara sobre la amistad. Difícil cuestión esta de la amistad, le dije. Pero reconozco que su sugerencia no cayó en saco roto e inmediatamente me puse a meditar sobre el asunto.
A pesar de haberse escrito y hablado mucho sobre este tema dudo que dos personas tengan la misma idea de lo que significa.
Para empezar habría que distinguir entre amigos y conocidos. Muchas veces hablamos de amigos cuando en realidad sólo se trata de gente que conocemos y con la que tenemos una cierta afinidad. Serían todas esas personas que vemos cotidianamente, en el trabajo, a través de otros amigos o familiares, que nos caen bien y con las que podemos estar a gusto, sin más. Falta en ellas la complicidad, la intimidad, el amor, la comprensión, la lealtad y la tolerancia que son imprescindibles en toda relación de amistad. Así pues, esto sería la amistad, un sentimiento compartido en el que deben estar presentes todas las cualidades que acabo de nombrar y alguna más…
¿Por qué falla entonces la amistad si es un sentimiento puro adornado de tan maravillosas cualidades? Se supone que cualquier problema entre dos personas sería automáticamente superado si las cualidades a las que me refería antes estuvieran presentes en esta relación.
Y no es así.
Pero no creo que sea porque falten sino porque con éstas se mezclan otros sentimientos que destrozan o menoscaban la amistad.
El afán de posesión sería el primer enemigo de este tipo de relaciones. Es difícil compartir con otros lo que nos es muy preciado. Puede parecer pueril pero me consta que es muy frecuente sentir ese deseo de acaparar al amigo o a la amiga. Los celos serían su expresión y me temo que no están ausentes en este tipo de relación, aunque pueda parecer que son exclusivos del amor. Pero es que en la amistad también existe amor. El amor siempre es difícil de compartir, en la relación entre hermanos y en la de padres e hijos también existe afán de posesión, y en la de pareja no digamos. Por mucho que intentemos luchar contra él, siempre subyace en mayor o menor medida. Somos egoístas y lo querríamos todo para nosotros. Lo importante, a mi juicio, sería no dejarse llevar por este sentimiento, reconocerlo, aceptarlo y controlarlo. Lo malo es cuando pensamos que si lo compartimos podemos perderlo, esa extrapolación es la que creo que destruye la amistad porque exige la exclusividad. Y la exclusividad agosta y seca el terreno en que la amistad se desarrolla. No me gustan las exclusividades en ningún campo.
El orgullo excesivo castiga tanto al amigo como a la propia amistad. El individuo necesita ser atendido y, a veces, los amigos nos desatienden. Seguramente de forma involuntaria pero lo cierto es que muchas veces no están cuando más los necesitas. Tenemos tendencia, entonces, a castigar al que nos ha abandonado, abandonándolo nosotros a su vez, pero ahora voluntariamente. Este tipo de actitudes genera la misma respuesta que, de no aclararse, puede llevar al desafecto y al alejamiento. Muchas veces el orgullo impide la auténtica comunicación y, sin ella, la amistad desaparece. Deberíamos hacer un fuerte ejercicio de humildad y reconocer verbalmente lo mucho que necesitamos al amigo y expresar lo mal que lo hemos pasado con su ausencia. Sin culpas, sin victimismos, sin chantaje y, sobre todo, sin venganzas.
La envidia sería otro gran enemigo de la amistad. Surge de la admiración y no sólo destruye la amistad sino al individuo que la padece. La admiración es un sentimiento positivo y necesario pero si el individuo tiene muy baja su autoestima o, por el contrario, se encuentra infravalorado pronto aparecerá la necesidad de ser como el amigo generando un sentimiento de odio por no poder conseguirlo. Nunca se puede ser como otro. Las diferencias no son ni mejores ni peores, sólo son diferencias. En muchos casos los envidiosos tendrían más motivos para estar satisfechos de su vida y de sus circunstancias que los envidiados. La diferencia estriba en que unos ven la botella media vacía y los otros medio llena. En definitiva, es un problema de personalidad y no de cualidades o de posesiones. Se envidia la felicidad que crees posee el otro. El trabajo estaría en autoanalizarse y ser capaz de ver por qué no se es feliz y qué se debería hacer para lograrlo. Compararse con los otros es inútil, no son como nosotros y, por tanto, no tienen nuestras mismas necesidades; no son felices de la misma manera. Envidiar a los demás nunca soluciona nada y envilece las relaciones: la soledad es la respuesta.
La excesiva entrega a los amigos es otro problema que puede enturbiar unas relaciones sólidas de amistad. Pero, ¿puede ser excesiva la entrega?, yo creo que sí, cuando viene dada por una exagerada necesidad de sentirse querido. En ese caso se genera un comportamiento insano en los amigos. Estos, acostumbrados a la actitud de oferta permanente, se sienten cómodos, atendidos y no valoran lo que se les da. Encuentran natural lo que es sacrificio y dedicación y pasan a considerarlo normal y merecido, sólo porque lo obtienen sin esfuerzo por su parte. En todas las relaciones es necesario hacerse valorar y la amistad no es una excepción. Lo primero es quererse a sí mismos, lo cual no excluye en absoluto la entrega, pero sana. Porque este tipo de actitud tiende fácilmente a culpar a los demás de que no nos responden en la misma medida. Y eso no es aceptable. Si se da no se debe esperar nada a cambio, lo contrario sería chantaje. Lo mismo ocurre en las relaciones de pareja, pero ese es otro cantar.
La adulación, al ser otro exceso, contamina la amistad. No es malo cantar las virtudes del amigo pero adularle es confundirle, es engañarle, es hacerle creer que es lo que no es. No se le hace un favor al adulado, por el contrario se le daña. Podemos creer que le hacemos feliz y que nos querrá más por ensalzarle las cualidades pero lo que hacemos es ocultarle la realidad, flaco favor, al final. Esto y darle la razón en todo, equivalen al desastre. Es más fácil eso que llevarle la contraria y decir lo que piensas. Siempre es difícil decir que no porque supone un riesgo de pérdida y eso siempre es peligroso pero más peligroso es cultivar una amistad basada en la falsedad aunque sea por deseo de conservarla.
Por supuesto luego están todos los defectos de cada uno que aplicados a cualquier relación pueden terminar con ella si no con uno mismo, pero yo quería referirme a aquellos vicios o “pecadillos” que derivan de la propia amistad cuando no son consustanciales a ella.
Y después de este sermón, me dirás. ¿Te quedan amigos? Te diré que sí, que tengo varios, que cada uno peca de alguno de estos vicios que te acabo de nombrar, con alguna excepción digna de mantener en el sitio más querido de mi corazón, pero que yo me acuso de pecar de todos. Por eso los conozco tan bien.
Seguro que se me olvida hablar de algún que otro “defectillo”. Ponle tú el nombre. Ya sabes que, como dijeron los nominalistas, hasta que no das nombre a las cosas, no existen.
Luego me lo cuentas.

lunes, 9 de febrero de 2009

Pennies from Heaven- Arthur Tracy

Mi versión favorita de esta canción. Captura toda la tristeza y esperanza de su letra mejor que cualquier otra.


A long time ago / Hace mucho tiempo
A million years BC / Un millón de años a.C.
The best things in life / Las mejores cosas de la vida
Were absolutely free. / Eran absolutamente gratis.
But no one appreciated / Pero nadie apreciaba
A sky that was always blue. / Un cielo que siempre era azul.
And no one congratulated / Y nadie se alegraba de
A moon that was always new./ Una luna que siempre era nueva.
So it was planned that / Por lo que se decidió que
they would vanish now and then./ Desaparecieran de vez en cuando.
And you must pay before / Y ahora hay que pagar
you get them back again. / para que vuelvan
That's what storms were made for / para eso se hicieron las tormentas
And you shouldn't be afraid for / Y por eso no hay que tener miedo
Every time it rains it rains / Cada vez que llueve, llueven
Pennies from heaven. / Peniques del cielo.
Don't you know each cloud contains /¿No sabes que cada nube contiene
Pennies from heaven./ Peniques del cielo?.
You'll find your fortune falling / Encontrarás tu fortuna cayendo
All over town. / Por toda la ciudad.
Be sure that your umbrella / Asegúrate de que tu paraguas
is upside down. / esté boca abajo.
Trade them for a package / Cámbialos por un paquete
of sunshine and flowers. / de sol y flores.
If you want the things you love / Si quieres las cosas que amas
You must have showers. / Debes tener chaparrones.
So when you hear it thunder / Por eso, cuando oigas tronar
Don't run under a tree. / No corras bajo un árbol.
There'll be pennies from heaven / Habrá peniques del cielo
for you and me. / para ti y para mí

sábado, 7 de febrero de 2009

Las religiones deben limitarse al ámbito personal


Personalmente estoy en contra de las religiones, de todo tipo, por lo que tienen de dogmáticas, de intolerantes y de castradoras. Se hacen pasar por la panacea que nos posibilitará la “vida eterna” y en su nombre nos convencen de que mientras tanto lo que tenemos que hacer es aguantar, soportar e incluso participar de todo género de humillaciones y abusos con tal de conseguir la tan ansiada recompensa “ir al paraíso”.
No exagero cuando digo humillaciones ni cuando hablo de abusos, qué son si no esas actitudes en contra de los homosexuales, tachándolos de “pervertidos”, de las mujeres, impidiéndoles ser sacerdotes de una iglesia supuestamente igualitaria, de los niños cuando miran para otro lado en los casos de pederastia sacerdotal e incluso amenazan con la excomunión a aquellos que delaten los horrores sufridos por los niños (el mismo Papa redactó la orden, por lo que tiene una causa pendiente en Texas). ¿No son eso humillaciones y abusos?
Y no hablemos de su actitud complaciente con el poderoso que maltrata y explota al débil. Ejemplos los hay a montones, la dictadura de Franco, de Pinochet e incluso durante el régimen de Hitler, siendo conocedores de todas las atrocidades que se cometían miraron para otro lado como si no fuera con ellos. Siempre están al lado del fuerte, del rico. Y el rico, el poderoso, a su vez, las considera aliadas pues les permite perpetuar sus tropelías y abusos manteniendo al débil subyugado por el miedo a pecar, a perder esa última esperanza de “ganar el cielo”. Hay que poner la otra mejilla, no rebelarse, hay que aguantar, ya dicen las Bienaventuranzas que los mansos “poseerán la tierra” pero ya se encargan los intérpretes oficiales de aclarar que cuando dicen “tierra” se refieren a la tierra prometida, no a ésta.
¿Y su aversión al sexo? Esa obsesión por controlar el instinto sexual como si de algo antinatural y perverso se tratara. Negando el placer más primitivo con el único fin de tenernos controlados, de obligarnos a estar permanentemente en pecado para así tenernos bajo la suela del zapato, temerosos de no recibir la ansiada recompensa, con esa sensación de culpabilidad que será utilizada para someterte, para estar siempre bajo el dominio de sus designios.
Me dirán que todos esos ejemplos se refieren a la Iglesia católica pero qué me dicen de los islamistas que lapidan a sus mujeres por adulterio o que les inflingen la castración genital a sus niñas para que nunca puedan disfrutar del placer sexual y así tenerlas controladas, o sencillamente les obligan a ocultarse (con el hijab, el burka) para que sólo puedan ser vistas por el marido. Hay ahora movimientos de mujeres que luchan por el “derecho” a llevar estas prendas, curiosa paradoja luchar por lo que te oprime en nombre de una identidad cultural.
Las religiones han limitado secularmente al individuo, impidiendo con sus consignas el derecho de cada persona a ser libre en su forma de actuar y pensar. Es cierto que cada uno es libre de practicar una religión o no y, por tanto, podrían decir que en la medida en que uno elige seguir una determinada confesión ya está ejerciendo su libertad de escoger los principios en los que quiere basar su conducta. Eso sería cierto si verdaderamente las personas tuvieran conocimiento de las distintas posibilidades a lo largo de su educación para así poder elegir, pero eso no es así en absoluto, es más, lo que ocurre es que venimos siendo adoctrinados en una determinada religión, aquella que nos haya tocado en suerte, desde nuestro nacimiento y se nos inculcan sus dogmas, su doctrina como la auténtica y única verdad antes de que seamos capaces de pensar por nosotros mismos y ponerla en tela de juicio. Esa es la verdadera castración, la mental.
Y todas las religiones hacen lo mismo, cuanto más retrasada sea una sociedad más peso específico tiene la religión sobre sus ciudadanos, llegando a identificarse con el poder estatal (es el caso de los países islamistas, en general) que marca la conducta a seguir desde los principios religiosos, dejando de ser una elección personal e íntima de comportamiento ético para convertirse en una norma social de obligatorio cumplimiento. La religión sale así del ámbito particular de cada individuo para pasar a ser un poder fáctico que controla a la sociedad en general, estableciendo las normas a seguir basadas en las “creencias” y no en la razón. Las creencias, al no estar basadas en la razón, no se pueden imponer. Este es el dogmatismo al que me refería al principio.
Es cierto que debemos tener un marco ético sobre el que basar la conducta social, donde se explicite de forma clara lo permitido y lo no permitido de modo que se posibilite una convivencia armónica, pero todo eso debe consensuarse entre todos, y así se hace en los países que creen en la libertad del individuo, a través de sus parlamentos, elaborando leyes que controlen el buen funcionamiento social. Ése y no otro debe ser el foro.
Las religiones, decía, son intolerantes. Desde el momento en que salen de su entorno natural, el íntimo y personal, imponen sus creencias a los demás con una absoluta falta de respeto al otro. Esto lo vemos en nuestro país de una manera insolente y descarnada: pretenden que la religión católica sea obligatoria en los centros de enseñanza pero se niegan a que una materia como Educación para la Ciudadanía lo sea también. O sea lo mío vale, lo de todos no.
Para empezar la Educación para la Ciudadanía enseña el marco ético y legal, elaborado por todos los españoles y consensuado en el Parlamento, con el que debemos funcionar y que todos debemos conocer para poderlo cumplir adecuadamente. La Religión católica, ya lo hemos dicho, es la opción ética personal de una parte de la sociedad que no se puede imponer al resto. Como no se podría imponer la judía o la musulmana, pongamos por caso. Pero es que además no debería estar en los centros educativos ni como materia optativa, porque eso supone que su enseñanza y difusión la pagamos todos los españoles aunque no comulguemos con sus dogmas. No creo que estuvieran muy de acuerdo en que hiciéramos lo mismo con las demás religiones y sin embargo tienen el mismo derecho. Por eso hay que sacarlas de los centros públicos de enseñanza y que cada cual, en su casa, en su iglesia enseñe lo que quiera, nadie se lo prohíbe. Esa es la igualdad y la tolerancia, que cada uno pueda hacer lo que quiera en la intimidad sin que nadie se lo impida, siempre que respete el marco aprobado por todos en la Constitución que hemos acordado entre todos.
Pero, claro, éste es un entorno que la Iglesia no puede dejar de controlar porque le supondría una tremenda pérdida de poder. Dejaría de adoctrinar y el individuo podría pensar por sí mismo con lo que se le terminaría el control.
Y no queda ahí su interferencia, también pretende impedir el cumplimiento de nuevas leyes, como los matrimonios homosexuales, o el aborto a través de jueces, alcaldes y demás, adeptos a sus creencias, que imposibilitan o retardan el derecho de los ciudadanos a acogerse a esas leyes. Y todo porque ellos no están de acuerdo, pero si a ellos nadie les obliga a ejercer ese derecho, si no quieren no tienen por qué hacerlo, pero que no impidan que los que quieren lo ejerzan. De nuevo la intolerancia. ¿Están ellos de acuerdo en que se prohíban sus cultos allí donde la mayoría están en contra? NO, y los que defendemos la tolerancia tampoco. Hay que ser consecuentes y lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás. Pero eso no reza con las religiones porque suya es la VERDAD. Por cierto que cada una tiene la suya.
Mucho queda por decir en este tema, pero por hoy ya es bastante.

viernes, 6 de febrero de 2009

Sobre la belleza


Adoro a la Callas. Es pura belleza. Magistral. Soberbia. Es capaz, con su voz, de hacerte alcanzar momentos supremos de placer, agudiza tus sentidos al extremo de hacerte percibir tu entorno con una sensibilidad especial y exquisita y así producirte sensaciones que nunca tendrías si no la escucharas. Es como si todo a tu alrededor estuviera vivo y te hablara. La luz del día, las hojas de los árboles, el viento pasan a formar parte de tu cuerpo, son parte de ti y te transportan a un mundo del que nada sabes. Todo eres tú y tú eres en todo. Esto es, para mí, la belleza. Esa capacidad que tienen algunos seres, animados o no, de elevarte sobre lo cotidiano, de hacerte sentir feliz por algunos minutos, aunque te haga llorar. Siempre he sentido la necesidad de llorar en los momentos más felices, quizá porque sabía que solo eran eso, momentos, y que terminarían demasiado pronto dejándome desolada con su ausencia. Pero todos han sido instantes extremadamente bellos.

En eso consiste la vida, en intentar perpetuar la felicidad que solo podemos aprehender durante breves espacios de tiempo. Por eso es tan importante la belleza. Por eso quería hablarte de ella.

A menudo confundimos lo bello con lo bonito, es un error. Yo he llegado a una edad en que la pérdida de la belleza física, a veces, nos hace desdichados, y nos confundimos, no lo podemos evitar, pero nos equivocamos. Me gustaría que a ti no te pasara, que hubieras aprendido a valorar lo realmente importante. Pero es difícil. La vejez es fea y, por tanto, pensamos que no puede ser bella, no es cierto. La belleza que tiene la sabiduría y la experiencia cuando ambas se sustentan en la tolerancia nos produce un placer más largo y duradero que la belleza de la juventud en su época dorada. Quizás porque los placeres físicos son más fugaces aunque puedan ser tan intensos como los del espíritu. Con esto no quiero decir que la belleza de la juventud sea peor que la vejez cuando es bella, no, quiero decir que ésta última es magnífica porque cuesta más trabajo conseguirla y porque todos los placeres que envuelven a la mente son más profundos.

Y si no, piensa si no es mucho más placentero el amor que el sexo. Ambos igualmente necesarios, pero el sexo, sin más, es fugaz mientras que el amor es un estado, te envuelve y, como la música, te hace percibir el mundo de forma diferente. Eso también es belleza.

Puede desprenderse de todo esto que desprecio la juventud y el sexo, nada más lejos. Pero no siempre son bellos y eso es lo que quisiera transmitirte, que no te dejaras llevar por las apariencias sino que busques la belleza más allá de lo obvio.

Había un locutor de radio, ahora no recuerdo su nombre, que cuando terminaba su programa siempre decía, Busca la belleza. Eso me gustaría decirte busca la belleza.

Es una búsqueda que merece la pena. Para empezar tendrás que desarrollar tu sensibilidad, agudizar tus sentidos para ser capaz de descubrirla allí donde no es evidente. Eso significa cultivar tu mente, exigirte cada día más en ese camino de conocimiento. Tendrás que leer mucho, mucho hasta que te sea imposible dejarlo. Tendrás que escuchar música, tanta que llegue un momento en que te sea tan necesaria como una magnífica noche de amor. Tendrás que escuchar a los demás y ponerte en su sitio para ser capaz de sufrir y ser feliz con ellos, para aprender de sus errores y de sus aciertos.

Al final, serás viejo. Pero no solamente habrás sido capaz de encontrar la belleza sino que tú, también, serás un viejo bello.

jueves, 5 de febrero de 2009

La Desconocida


Inclino mis recuerdos
sobre un vino nocturno
para hundirme en la limosna
de otra noche.

He llegado hasta el límite
que nada nos indulta.

Al filo del abismo
de una copa borgoña
debo precipitarme
para evadir el grito
que emerge
repentino.

¿Sabrán reconocerme
cuando nazca el retorno?

Teresa Palazzo Conti