viernes, 6 de febrero de 2009

Sobre la belleza


Adoro a la Callas. Es pura belleza. Magistral. Soberbia. Es capaz, con su voz, de hacerte alcanzar momentos supremos de placer, agudiza tus sentidos al extremo de hacerte percibir tu entorno con una sensibilidad especial y exquisita y así producirte sensaciones que nunca tendrías si no la escucharas. Es como si todo a tu alrededor estuviera vivo y te hablara. La luz del día, las hojas de los árboles, el viento pasan a formar parte de tu cuerpo, son parte de ti y te transportan a un mundo del que nada sabes. Todo eres tú y tú eres en todo. Esto es, para mí, la belleza. Esa capacidad que tienen algunos seres, animados o no, de elevarte sobre lo cotidiano, de hacerte sentir feliz por algunos minutos, aunque te haga llorar. Siempre he sentido la necesidad de llorar en los momentos más felices, quizá porque sabía que solo eran eso, momentos, y que terminarían demasiado pronto dejándome desolada con su ausencia. Pero todos han sido instantes extremadamente bellos.

En eso consiste la vida, en intentar perpetuar la felicidad que solo podemos aprehender durante breves espacios de tiempo. Por eso es tan importante la belleza. Por eso quería hablarte de ella.

A menudo confundimos lo bello con lo bonito, es un error. Yo he llegado a una edad en que la pérdida de la belleza física, a veces, nos hace desdichados, y nos confundimos, no lo podemos evitar, pero nos equivocamos. Me gustaría que a ti no te pasara, que hubieras aprendido a valorar lo realmente importante. Pero es difícil. La vejez es fea y, por tanto, pensamos que no puede ser bella, no es cierto. La belleza que tiene la sabiduría y la experiencia cuando ambas se sustentan en la tolerancia nos produce un placer más largo y duradero que la belleza de la juventud en su época dorada. Quizás porque los placeres físicos son más fugaces aunque puedan ser tan intensos como los del espíritu. Con esto no quiero decir que la belleza de la juventud sea peor que la vejez cuando es bella, no, quiero decir que ésta última es magnífica porque cuesta más trabajo conseguirla y porque todos los placeres que envuelven a la mente son más profundos.

Y si no, piensa si no es mucho más placentero el amor que el sexo. Ambos igualmente necesarios, pero el sexo, sin más, es fugaz mientras que el amor es un estado, te envuelve y, como la música, te hace percibir el mundo de forma diferente. Eso también es belleza.

Puede desprenderse de todo esto que desprecio la juventud y el sexo, nada más lejos. Pero no siempre son bellos y eso es lo que quisiera transmitirte, que no te dejaras llevar por las apariencias sino que busques la belleza más allá de lo obvio.

Había un locutor de radio, ahora no recuerdo su nombre, que cuando terminaba su programa siempre decía, Busca la belleza. Eso me gustaría decirte busca la belleza.

Es una búsqueda que merece la pena. Para empezar tendrás que desarrollar tu sensibilidad, agudizar tus sentidos para ser capaz de descubrirla allí donde no es evidente. Eso significa cultivar tu mente, exigirte cada día más en ese camino de conocimiento. Tendrás que leer mucho, mucho hasta que te sea imposible dejarlo. Tendrás que escuchar música, tanta que llegue un momento en que te sea tan necesaria como una magnífica noche de amor. Tendrás que escuchar a los demás y ponerte en su sitio para ser capaz de sufrir y ser feliz con ellos, para aprender de sus errores y de sus aciertos.

Al final, serás viejo. Pero no solamente habrás sido capaz de encontrar la belleza sino que tú, también, serás un viejo bello.

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