martes, 4 de mayo de 2010

Tocada otra vez


La primera vez que leí a Danilo Kis me dejó impresionada con su magistral Enciclopedia de los muertos, de hecho es uno de los libros que yo elegiría entre mis preferidos. Pues bien, acabo de terminar la trilogía que Kis reunió en un solo libro llamado "Círculo familiar" y que consta de tres novelas Penas precoces, Jardín,ceniza y El reloj de arena y de nuevo me ha dejado tocada. Su sensibilidad y su estilo narrativo me conmueven hasta lo más íntimo, me deja perpleja, pensativa, deleitándome u horrorizándome, sufriendo o disfrutando de las situaciones que, sin detallar, sugiere. Hace tiempo comentaba en este blog que un libro me parece bueno cuando consigue hacerme levantar la vista y pensar y recapacitar sobre lo que acabo de leer, pues eso me sucede continuamente con Danilo Kis, me obliga a entrar en su mundo y a hacerlo mío a fuerza de ponerle yo lo que le falta, lo que no me ha dicho, de ese modo me hace caer en sus redes absolutamente. Creo que es un maestro de la insinuación, de contar sin decir, de evocar pensamientos, situaciones que no cuenta, que deja intuir, eso es lo que encuentro magistral en este autor, que dice sin decir, que domina la sugerencia.
El primer libro es un conjunto de cuentos poéticos con pasajes deliciosos como el del perro describiendo a su amo-niño, o la despedida de ambos con la voz del niño que es el protagonista de toda esta primera parte.
El segundo sigue siendo muy proustiano, más de olores que de sabores pero de recuerdos y evocación de la infancia, el más redondo, en el que la figura del padre se apodera de la narración dominándola y atenazándonos con su presencia, es un agobio casi físico el que nos produce esa figura, pero que Kis nos presenta despojada de cualquier mitificación, por esto y por la atmósfera que nos plantea podríamos encontrar similitudes kafkianas: el padre escribiendo una historia del transporte demencial que terminará hablando de todo menos del ferrocarril y cuya obsesión es encontrar el motivo de su despido de la empresa.
Por último el reloj de arena de una modernidad extraordinaria, no sólo por la forma sino por el contenido, volvemos a la sugerencia como manera de contar, a la poesía.